A orillas del río Moyen-Chari, en el sur de Chad, el joven lingüista Florian Lionnet está documentando el Láàl, una lengua aislada que sólo se habla en dos pequeñas aldeas y que corre el riesgo de desaparecer a corto o medio plazo.
Por el momento, sin embargo, los habitantes de esta parte del mundo suelen hablar entre cinco y siete lenguas, ya que cada pequeña sociedad prefiere conservar su identidad lingüística, aunque ello suponga tener que aprender las numerosas lenguas de sus vecinos.
¿Es posible que el multilingüismo sea el estado «natural» de la humanidad? ¿Y durante cuánto tiempo más?
Según la ONU, cada quince días muere una lengua. ¿Qué estamos perdiendo realmente con la muerte de esas lenguas habladas por pequeños grupos?
A orillas del río Moyen-Chari, en el sur de Chad, el joven lingüista Florian Lionnet está documentando el Láàl, una lengua aislada que sólo se habla en dos pequeñas aldeas y que corre el riesgo de desaparecer a corto o medio plazo.
Por el momento, sin embargo, los habitantes de esta parte del mundo suelen hablar entre cinco y siete lenguas, ya que cada pequeña sociedad prefiere conservar su identidad lingüística, aunque ello suponga tener que aprender las numerosas lenguas de sus vecinos.
¿Es posible que el multilingüismo sea el estado «natural» de la humanidad? ¿Y durante cuánto tiempo más?
Según la ONU, cada quince días muere una lengua. ¿Qué estamos perdiendo realmente con la muerte de esas lenguas habladas por pequeños grupos?