Helmut Göldner , de 75 años de edad, vive en la pequeña ciudad de Sieglitz, en Sajonia-Anhalt. Cuando tenía quince años e "hizo cine" por primera vez, a finales de los años cincuenta, quedó irremediablemente encantado. A partir de entonces, las bobinas de las películas, los proyectores y los kilómetros de carretera rural han determinado su agitada vida.
Casi todos los días, viaja para proyectar películas en lugares donde hace tiempo que no hay cines. Conoce bien la mentalidad, las preocupaciones y las penurias de su público, que en ocasiones tienen que calcular si pueden permitirse un boleto de entrada.
Esta película acompaña al proyeccionista ambulante más veterano de Alemania en su sexagésimo año de servicio, mostrando su amor y su pasión por lo que hace.
Helmut Göldner, se siente como una especie de Superman cuyos poderes nunca terminan y simplemente no deben acabar. Porque después de él, ya no queda nadie más.
Helmut Göldner , de 75 años de edad, vive en la pequeña ciudad de Sieglitz, en Sajonia-Anhalt. Cuando tenía quince años e "hizo cine" por primera vez, a finales de los años cincuenta, quedó irremediablemente encantado. A partir de entonces, las bobinas de las películas, los proyectores y los kilómetros de carretera rural han determinado su agitada vida.
Casi todos los días, viaja para proyectar películas en lugares donde hace tiempo que no hay cines. Conoce bien la mentalidad, las preocupaciones y las penurias de su público, que en ocasiones tienen que calcular si pueden permitirse un boleto de entrada.
Esta película acompaña al proyeccionista ambulante más veterano de Alemania en su sexagésimo año de servicio, mostrando su amor y su pasión por lo que hace.
Helmut Göldner, se siente como una especie de Superman cuyos poderes nunca terminan y simplemente no deben acabar. Porque después de él, ya no queda nadie más.