A lo largo del río Amur (río que marca la actual frontera oriental entre Rusia y China), las montañas son abundantes en misteriosos tesoros vivos. En la época de los yurchen, etnia asiática antecesora de los manchúes, los dones del cielo solo eran visibles para aquellos que honraban los poderes que atraviesan la vasta taiga. Para encontrar lo que los humanos deseaban, las ofrendas rituales a los espíritus guardianes de la montaña debían realizarse correctamente, pero sobre todo con un corazón sereno y transparente para enfrentarse a los dioses. Una reinterpretación animada de una antigua leyenda yurchen del siglo XIII.
A lo largo del río Amur (río que marca la actual frontera oriental entre Rusia y China), las montañas son abundantes en misteriosos tesoros vivos. En la época de los yurchen, etnia asiática antecesora de los manchúes, los dones del cielo solo eran visibles para aquellos que honraban los poderes que atraviesan la vasta taiga. Para encontrar lo que los humanos deseaban, las ofrendas rituales a los espíritus guardianes de la montaña debían realizarse correctamente, pero sobre todo con un corazón sereno y transparente para enfrentarse a los dioses. Una reinterpretación animada de una antigua leyenda yurchen del siglo XIII.